Una síntesis ambigua
La Grecia clásica siempre ha sido
una referencia para las sociedades occidentales desde sus estructuras sociales
hasta las artes, pasando por muchos otros campos. Al igual que la poesía, la
música toma como referencia la métrica y su acentuación, formando ésta, la
música, parte de un conjunto inseparable.
Actualmente conservamos gran
cantidad de relatos literarios de la Grecia clásica, pero desafortunadamente no
de la práctica musical. Gracias a la iconografía musical encontrada en Grecia
tenemos testigos “vivos” de la música práctica. Esto es debido a que la música
no se anotaba, era algo muy arraigado en la cultura.
En las liturgias pre gregorianas,
como puede ser la mozárabe, utilizaban una notación neumática, es decir, el
cantante debía conocer previamente la melodía y la partitura servía para
recordarla. Con la unificación del canto gregoriano, atribuido a San Gregorio,
surge la necesidad de anotar con exactitud las figuras, por ello se dotan de
líneas y espacios para llevarlo a cabo.
La evolución del sistema de notación
neumática desembocó a la notación mensural en el siglo XIII con el Ars Antiqua. Esta nueva notación no
solamente permitía saber la altura de la nota exacta sino que también podía
precisar la rítmica.
El continuo desarrollo del sistema
musical al lo largo de la historia dio lugar a nuevas figuras musicales con
valore más cortos y nuevos conceptos como la diferenciación entre modo, tiempo y prolación llegando así al Ars Nova,
una época donde franceses e italianos se interesaron y especializaron en
diferentes aspectos musicales.
En el Renacimiento se empezó a
utilizar la notación blanca porque se extendió el uso del papel en toda Europa
dejando desolado al pergamino. Debido a la composición de las tintas,
fabricadas con gran cantidad de minerales, apareció la notación blanca a causa
de la debilidad del papel frente al pergamino. Además, continuando la
línea de la evolución del sistema
musical se introducen de nuevo figuras de valores más cortos dejando obsoletas
las antiguas figuras y sus ligaduras.
Finalmente, la principal conclusión
que podemos obtener es una continua evolución del sistema de notación musical,
un sistema con una evolución continua donde la necesidad de aumentar el número
de figuras conllevó a la continua aparición de figuras de valores más cortos.
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