Puede decirse que la estética clásica
japonesa tiene dos principales fuentes originarias: la cultura cortesana y la
filosofía del budismo Zen. Para comprender la conformación de esta
sensibilidad a partir de la fusión de estas dos raíces, construida a través de más de trece siglos de historia, vale la
pena hacer un repaso de los conceptos fundamentales que la constituyen, de los
hitos histórico-culturales que la han ido moldeando a través del tiempo, y de
las obras de arte que la representan acentuadamente.
Primeramente debemos tener en cuenta
que Japón se encuentra en una situación geográfica particular. Su cultura
floreció gracias tanto a las influencias de las culturas continentales
dominantes (China, India y Corea) como al legado de su religión autóctona, el
Shinto.
El proceso de aleación entre la
herencia foránea y la autóctona tiene un punto clave en el período Heian (794-1185). A pesar de que la relación con la cultura China era aún de suma
importancia, en esta época la sensibilidad japonesa vivió una especie de
emancipación, debido posiblemente al surgimiento de la clase samurái. Es en
este período que se concreta un pensamiento estético distintivamente japonés,
fraguado en el seno de la cultura cortesana.
La estética del período Heian tiene pues un orígen doble: la religiosidad sintoísta, autóctnoa de la isla, y la cultura
cortesana, fuertemente influenciada por las civilizaciones continentales. Uno de sus
pilares está en entender y apreciar la cualidad espiritual y emocional de
objetos inanimados. Se distingue de las etapas siguientes por tener un gusto
por el brillo, el color y el ornamento que, pese a su ya evidente sobriedad, se
verá incluso más reducido posteriormente, debido a las influencias del budismo. Podemos ver un ejemplo en el Pabellón del Fénix del templo budista Byodo-in (Uji, Kyoto) donde vemos la sutil adecuación del espacio construido por el
hombre con respecto a la naturaleza. No se planta en su contra, sino que se
diluye en ella suavemente. Además tenemos la espectacularidad y magnificencia
del gusto Heian. El color y el decorado son rasgos propios de este período que
se verán luego aminorados con el crecimiento de la influencia del Budismo Zen.
Cabe agregar que fue en esta época
(aunque incluso ya desde antes) cuando llega el conjunto de gagaku (‘música elegante’) importado
desde China, cuyo ambiente cortesano era tomado como modelo por la aristocracia
japonesa.
En el ambiente descrito nacen tres
conceptos estéticos clave que enmarcan los fundamentos de la sensibilidad
clásica japonesa: mono no aware, wabi sabi, y ma.
Someramente, esta sensibilidad reposa en la idea de una
estrecha hermandad con la naturaleza, que se contempla pausadamente y con un
cierto aire melancólico; en un agrado por lo austero y lo rudo, relacionado con
las aspiraciones de perfeccionamiento personal por medio de un proceso de
áspero trabajo; y en el gusto por lo efímero, lo evanescente, lo momentáneo e
inaprensible.
El mono no aware (物の哀れ) podría entenderse como una compasión hacia lo
contemplado, una empatía con su esencia. Una visión bañada también de un sentimiento de
melancolía. La habilidad de discernir y extraer el encanto interior único que
tiene cada fenómeno o cosa, de identificarse uno mismo con el objeto
contemplado, de estar en empatía con su belleza misteriosa.
Wabi-sabi (侘・寂) se refiere a una sensibilidad por lo imperfecto, lo
efímero y lo incompleto. Este concepto experimentó cambios muy importantes al
acrecentarse la devoción Zen, y acabó teniendo un sentido bastante distinto
hacia el siglo XIV. Representa una belleza solitaria, triste, perceptible
especialmente en los fenómenos cortos y efímeros en los que se llega a un
contacto con la esencia de lo contemplado.
Por su parte, la idea de ma ( 間 ) se refiere a aquello que existe “entre” dos cosas.
El kanji (ideograma) que lo representa podría traducirse como
‘la delicada visión de la Luna que se filtra a través del intersticio de una
puerta’. Esta definición poética del concepto nos ilustra su ambigüedad y
complejidad. Además, el hecho de que el kanji se refiera a una “visión”
implica una concepción del tiempo, el espacio y el observador como
dimensiones inseparables.
Denota la belleza por lo vacío y lo informe, por lo evanescente. Sus
cualidades están en la dificultad que esta condición de incorporeidad le
confiere y en la sensación de intemporalidad que provoca, al no tener límites
definidos.
Ya teniendo cuerpo artístico estas ideas, el siguiente cambio
estructural vendrá con el período Kamakura (1192-1333). El gran hito de esta
época es la llegada del Budismo Zen a Japón hacia el siglo XII. Su presencia,
que se acrecentará gradualmente hasta hallar un clímax en el período Muromachi
(1336-1573), tuvo una influencia importante en las concepciones estéticas en
general.
A pesar de estar
esencialmente emparentada con la ideología anterior, su aportación hará
matizaciones principalmente en cuanto al gusto por lo áspero, lo rudo y lo
inacabado, confiriéndole una “ascetización” y “ritualización” mucho
más marcada. Progresivamente supondrá una ruptura con el estrecho círculo
cortesano, ya que si en el período Heian la alta educación era un requisito
inamovible para tener una sensibilidad artística, para el pensamiento Zen basta
solamente un arduo esfuerzo espiritual, asequible a priori a personas de cualquier procedencia. También recalca la
naturaleza contemplativa del arte, su aspiración por captar la esencia de lo
observado, por mantener una empatía profunda con los objetos inanimados.
En el arte Shodo (caligrafía artística
japonesa) tenemos un ejemplo en el que aparece claramente la influencia estética del pensamiento Zen. El calígrafo tiene sólo una oportunidad para dibujar un trazo en cada
fragmento de papel. Todo queda impreso, no hay forma de corregir. Para escribir
se debe llegar a un estado mental de concentración y tranquilidad. La imagen a continuación es obra de Muso Soseki (1275-1351), maestro zen, poeta y
calígrafo. Los caracteres escriben la frase “sin significado espiritual”.
Ha
de subrayarse la aparición de la vertiente Fuké del Budismo Zen,
hacia el siglo XIII. Una de las características específicas de esta
escuela es un tipo de meditación, denominada suizen, que se lleva a
cabo soplando el shakuhachi (un aerófono de bisel tallado en bambú),
con la intención de llegar a la iluminación por medio del sonido.
El repertorio tocado por los monjes de esta secta no era considerado música según el
significado común en el mundo occidental, pero participaba de los mismos fundamentos estéticos que se aplicaban a otros géneros artísticos y que imbuían la sensibilidad del Japón clásico. Este repertorio (honkyoku) posee unas cualidades que ilustran de forma arquetípica las ideas estéticas influenciadas por la filosofía Zen, especialmente el concepto de ma, cuya traducción sonora está en los espacios de silencio que existen entre dos sonidos, o dos series de sonidos. La influencia de esta escuela permanecerá hasta su disolución en la segunda mitad del siglo XIX.
significado común en el mundo occidental, pero participaba de los mismos fundamentos estéticos que se aplicaban a otros géneros artísticos y que imbuían la sensibilidad del Japón clásico. Este repertorio (honkyoku) posee unas cualidades que ilustran de forma arquetípica las ideas estéticas influenciadas por la filosofía Zen, especialmente el concepto de ma, cuya traducción sonora está en los espacios de silencio que existen entre dos sonidos, o dos series de sonidos. La influencia de esta escuela permanecerá hasta su disolución en la segunda mitad del siglo XIX.
En
conclusión, hemos visto que el pensamiento estético de la cultura
clásica japonesa tiene unos conceptos fundamentales que la han
articulado durante toda su larguísima historia, y que la han dotado de
una cualidad unitaria excepcional, a pesar de no tratarse de conceptos
rígidos e inamovibles, sino más bien flexibles y en constante adecuación
con su ent orno. Los contextos originarios de este pensamiento se
encuentran en la conformación de la clase cortesana samurái (período
Heian) y en la llegada del Budismo Zen al territorio japonés (período
Kamakura). Esta sensibilidad basada en un gusto por la contemplación de
la naturaleza y por una tendencia a la búsqueda de la iluminación a
través del esfuerzo espiritual se han conservado, por lo menos en su
esencia, hasta la actualidad.
Referencias
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Mayo de 2015. http://acordesarquitectonicos.com/ma-o-el-sentido-japones-del-lugar/
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crítica arquitectónica [en linea].
http://www.engawa.es/index.php?/projects/latensiondelvacio/[acceso el 24 de mayo de 2015].
Prusinski, Lauren. “Wabi-Sabi, Mono no Aware, and Ma: Tracing Traditional Japanese
Aesthetics Through Japanese History” Studies on Asia Series, IV, Volume 2, No. 1, (March
2012): 2145.
Curti, Horacio, "Ideal sonoro y elementos de su construcción en la música de Japón.
Algunas reflexiones". Artículo presentado e incluído en las actas del congreso FEIAP 2010. Disponible en: https://shakuhachies.wordpress.com/textos/
Curti, Horacio, "El Shakuhachi, una historia de Japón, Zen y música", artículo escrito para La porta clàssica, (Febrero, 2008). Disponible en: https://shakuhachies.wordpress.com/textos/
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EBSCOhost, accessed February 7, 2011. Citado por Prusinski.
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Contemporary Japanese Culture (Boston: Tuttle, 2002), 378, 22324.
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York: Vintage Classics, 1990), 70.
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2006), 53.
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