Éxito en el acercamiento de la música antigua al público joven.

By Marina E. Junquera - de març 31, 2020

Martes, 10 de febrero de 2020. Sala 2 de l’Auditori de Barcelona. El cuarteto vocal Cantoría: Inés Alonso (soprano), Fran Braojos (contratenor), Jorge Losana (tenor y director), Valentín Miralles (bajo). Bartomeu Cáceres: Sus, sus, sus [fragmento de La Trulla] (1546), Falalalán, falalalera. Franco Alonso: La tricoteca. Mateu Fletxa “El Vell”: La Jubilate [fragmentos], La justa [fragmentos], Teresica Hermana, La Bomba [fragmentos]. Garcimuñós: Una montaña pasando. Juan Vásquez: Con qué la lavaré. Francisco Guerrero: Huyd Huyd. Autor anónimo: Dindirindin, Corten espadas afiladas. Concierto organizado por l’Auditori de Barcelona en el marco del Festival Emergents Barcelona 2020.

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En el contexto de un festival de músicos emergentes, donde se espera escuchar música contemporánea y nueva, sobresale un concierto basado en repertorio renacentista. Cantoria, un cuarteto vocal especializado en la interpretación de polifonía vocal del Renacimiento ibérico, deleitó al público gracias a su frescura y su cercanía. Cantaron trece canciones cortas y agradables, de conocidos autores renacentistas españoles, entre los que destacan Bartomeu Cáceres y Mateo Flecha “el Viejo”. A ninguna de ellas le faltó la pequeña contextualización (por parte del director del cuarteto Jorge Losana) y el carácter teatral que consiguieron introducir a los oyentes en la trama de estas piezas de los siglos XV y XVI.
Mateo Flecha (1481-1553) fue un compositor español, conocido hoy por sus ensaladas, un género musical polifónico caracterizado por la mezcla de estilos, idiomas, texturas y otros elementos musicales. Se sabe que compuso once obras de este género, pero hoy en día solo se conservan seis. Bartomeu Càceres, cuya actividad musical se encuadra en el siglo XVI, fue un compositor también especializado en ensaladas. Así, el género musical de la ensalada, tan característico del Renacimiento, puede establecerse como el hilo conductor del concierto.

La velada se dividió en tres partes, aunque no realizaron ninguna pausa. La primera parte fue inaugurada por una obra de Bartomeu Cáceres, que con solo tres minutos dio para comenzar el concierto con buen pie. Después le siguieron tres cortas canciones: Dindirindin Pase el agoa, anónimas, y La tricoteca, de Franco Alonso, fugaz y divertida. Para concluir esta primera parte, los cantantes interpretaron El Jubilate, una conocidísima ensalada renacentista compuesta por Mateo Flecha “el Viejo”.
La segunda parte se constituyó de tres pequeñas piezas: Una montaña pasando, de Garcimuñós; Con qué la lavaré de Juan Vásquez, y Huyd huyd, de Francisco Guerrero. Las tres, pesar de ser completamente diferentes, casaban de una forma muy agradable. A continuación, este grupo de piezas también fue cerrado, como el primero, por una conocida ensalada de Mateo Flecha “el Viejo”: La Justa, que terminó con un sonoro y merecido aplauso por parte del público.
Para concluir, en la tercera y última parte del concierto, los intérpretes decidieron realizar una pequeña combinación de autores y cancioneros. Del Cancionero de Uppsala cantaron Falalalán, falalalera de Bartomeu Càceres y Teresica hermana de Flecha, y del Cancionero de MedinaceliCorten espadas afiladas, una ágil y breve canción anónima. Una vez más, y para terminar el concierto, Mateu Flecha con su ensalada La Bomba fue un gran acierto.

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Los chicos de Cantoria consiguieron, gracias a una hábil elección y ordenación del repertorio, una gran recepción del público a la música antigua, que generalmente suele ser menos popular por su desconocimiento. Los espectadores salieron sorprendidos de la viveza y agilidad de esta música que muchos habían tachado de aburrida y engorrosa.

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