Varun de Castro: "Me di cuenta de que la musicología tenía un objeto de estudio que me fascinaba, y por otra parte un componente analítico, de introspección, científico"

By Unknown - de març 22, 2015

Hace unos días tuve la oportunidad de charlar con Varun de Castro, exalumno de la especialidad de Musicología en la Esmuc. Compaginó sus estudios musicales con la lingüística. Actualmente se dedica a investigaciones que incluyen música, métrica poética y lengua.



               ¿Qué tal Varun? Es una suerte que podamos comunicarnos por vía digital. Cuéntame ¿dónde estás viviendo ahora?

Vivo en los Países Bajos, en Nijmegen, que es una ciudad de 150 mil habitantes cerca de la frontera con Alemania, en el este, pero estoy contratado por la Universidad de Leiden, entonces trabajo en Leiden y en Amsterdam.


               ¿Por qué decidiste vivir allí?
Por diversos motivos. Antes viví en París dos años, pero me quedaba un poco grande,  estaba buscando un sitio más pequeño, más tranquilo, para seguir los estudios. Vi que había aquí un centro de psicolingüística bastante interesante, y me pareció que podía ser un sitio interesante para pasar un tiempo.

              Y ¿qué estás haciendo ahora en Holanda?
Estoy haciendo el doctorado. Desde que estaba en la Esmuc, y desde antes, me interesaban la lengua y la lingüística. Ya estudiando musicología me interesé por aspectos en que música y lengua confluyen: en las canciones básicamente. Hice un trabajo sobre la forma en que se alinean los acentos lingüísticos con la estructura musical.

               ¿Cómo es que decidiste ir al extranjero?
Salí a París a hacer Erasmus. Allí hice algunas asignaturas de lingüística en la Universidad y fue ahí cuando me solapé y empecé a meterme un poco más en la disciplina.  Mientras acababa la carrera de la Esmuc me matriculé como alumno de lingüística en la Universidad París 8, y volví a Barcelona sólo para defender. 

                ¿Qué fue lo que te atrajo a la lingüística?
Me sentía atraído por esa forma de trabajar. La musicología es bastante amplia y variada, pero en general notaba que en muchos congresos o workshops  la manera de trabajar era algo menos explícita o esquemática. Me parecía que la lingüística tomaba problemáticas muy concretas y me atrajo la manera de sistematizar o intentar explicitar parámetros analíticos en esta disciplina.


                Claro… supe que estabas trabajando aspectos sobre música y métrica poética, y cuestiones de cognición, ¿es así?
Sí. En París tuve comencé introducirme en aspectos de tipo cognitivo. Influyó el hecho de haberme metido en la lingüística, donde hay una disciplina ya establecida como psicolingüística, que se centra mucho en lo que es el generar, procesar, percibir, entender el lenguaje. Está mucho más establecida esa vertiente cognitiva en lingüística que en musicología.

                Entonces, ¿Cómo fuiste a parar a Holanda?
Estudiando lingüística fue cuando vi que había un nuevo proyecto en Holanda. En ese momento no tenía muy claro qué hacer. El mundo de la investigación me atraía, pero tampoco lo tenía muy claro, así que hice otras cosas – como picar cebollas en un restaurante indio y cosas así-.
 Vi que había esta oferta en la que buscaban ocho personas, algunos doctorales otros posdoctorales, entonces dije –bueno, voy a intentarlo- y mandé a solicitud e hice la entrevista y tal… pero estaba abierto a posibilidades, ya fuese en el ámbito musical o lingüístico.

                 ¿Y de qué iba el proyecto?
Una parte trataba sobre características de sistemas poéticos – verso en general, cantado o hablado-. El objetivo era estudiar muchos sistemas a partir de muestras representativas de varias culturas del mundo y ver qué características se repiten o son más raras e intentar explicar por qué. Se dio la situación de que buscaban un perfil que supiera sobre musicología, pero también sobre lingüística… así que estamos todos muy contentos de habernos encontrado.   

                Por cierto, ¿Cómo llevas la parte musical?
No he querido abandonar mis intereses musicales, aún tengo aquí los instrumentos y toco a veces con amigos. Pero me parece que dentro de la lingüística, algo que se ha olvidado es que la lengua no sólo es un fenómeno universal, sino que además hay una forma de utilizar la lengua que está sujeta a diferentes patrones: el verso, que también asumimos que es universal. Por lo menos yo no conozco sociedades que se hayan descrito sin esta modalidad de la lengua – en esto he encontrado mi nicho de interés.  Y una de sus formas más comunes es el verso cantado.



                ¿Has estudiado algunos repertorios en concreto?
De momento, los que he estudiado son repertorios holandeses, tradiciones de verso improvisado vasco, inglés, castellano, y alguna tradición ya no viva, como el sánscrito o el gaélico irlandés, u otras como somalí, lenguas aborígenes de Australia, cada una en mayor o menor medida.

                Y, volviendo un poco hacia atrás, ¿cómo te introdujiste en el mundo de la musicología?
Desde chiquitito estaba en el mundo de la música, en el conservatorio y tal y cual. Pero también tenía esa tendencia al pensamiento analítico, a teorizar, por eso me ha atraído la lingüística: es una reflexión sobre fenómenos que tenemos a nuestro alrededor e intentar analizarlos de manera exhaustiva. Yo no sabía que existiese tal cosa como musicología cuando estaba en el conservatorio, y en un momento dado supongo que me di cuenta de que era una disciplina que tenía un objeto de estudio que me fascinaba, y por otra parte este componente analítico, de introspección, científico.
Tuve un poco de desencanto – sé que es un poco tópico-, pero muchas veces ocurre en el sistema de aprendizaje de instrumentistas en el conservatorio, pues es bastante tradicional, muy basado en la partitura y en estudiar; no es que sea mi pasión sea ser instrumentista, pero  supongo estar en un ambiente que no me motivaba demasiado. 
Vi que en la Esmuc ofrecían algo que se llamaba etnomusicología (no sabía de la existencia de tal disciplina) y me puse a investigar un poco y vi que encajaba en mis intereses. Era suficientemente amplio como para que me atrajese.

                ¿Cuál fue, al fin, tu experiencia en la Esmuc?
Lo que he apreciado mucho en la Esmuc es el pensamiento crítico que nos incitan a explotar. Lo que más me ha servido es eso, el evitar caer en dogmatismos. Notaba que no habían grandes barreras entre las dos ramas de la musicología. Quizá no me aportase una metodología que me ayudase a explotar de manera exhaustiva un particular método de campo, pero sí me ofrece un abanico muy amplio,  y me permite imaginar posibilidades y relacionar contextos. A la hora de vincular la música con otros sistemas cognitivos u otras disciplinas, me allanó mucho el terreno.
               
                ¿Algún “pero…”?
Uno de los peligros cuando se trabaja mucho el pensamiento crítico es llegar a dudar de todo y eso puede llegar a no ser demasiado fructífero. Está bien tener esa visión de conjunto y tener mucho cuidado con los reduccionismos, pero en ciertas ocasiones hay que tratar de ser más pragmático e intentar explicitar los puntos que asumes para poder abordar un problema. A veces nos quedábamos un poco en la crítica de la crítica, en la meta-musicología. Es interesante aportar información un nuevo discurso sobre un fenómeno concreto y no sólo hablar de discursos. Pero desde luego aprecio mucho la formación que recibí en la Esmuc y no me arrepiento.

                ¿Cuáles son tus planes de cara al futuro?
De momento, acabar el doctorado (me queda poco más de dos años); quizá hacer alguna estancia en el extranjero o algo así. De momento no tengo mayores planes que intentar hacer una buena investigación y acabar este capítulo. Si en el futuro surgen posibilidades no las desaprovecharé, pero tampoco significa que tenga muy clara mi career de investigador, para después de esto hacer un post doctorado, luego buscar plaza en la universidad, etcétera. No  lo descarto, pero para mí es más importante encontrar un trabajo que me satisfaga y en el que pueda desarrollarme intelectualmente; podría ser enseñanza o incluso cuestiones de traducción. En general estoy bastante abierto a lo que surja.

                Cómo conclusión ¿qué observaciones sobre la musicología como disciplina podrías compartirnos?
Creo que algo que desde luego no cambiaría, pues me parece bastante crucial, es que la musicología esté muy en contacto con la práctica musical, que los musicólogos no estén en una torre de marfil, aislados, sino más bien que produzcan música y estén en contacto con gente que produce música.
Por otra parte, algo que intentaría mejorar es ofrecer a los alumnos metodologías de análisis bien específicas, tangibles, para solucionar problemas pequeños. Eché en falta el que nos formasen en encontrar problemas tangibles, con un número delimitado de datos, y buscar una metodología. Creo que hay que entrenar más a los alumnos en ese tipo de análisis sistemático, -hacer esto de esta manera-, porque después, si queremos hacer ciencia y saber algo nuevo sobre algún tema en particular, saber acotar el problema es una de las habilidades más importantes, para después abordarlo de manera sistemática.
Tienes este amasijo de datos, esta serie de prácticas, ahora conviértelo en una pregunta concreta que puedas resolver de manera sistemática, exhaustiva, con herramientas musicológicas o de otra disciplina.

                Muchas gracias, Varun. Espero que cuando vengas a Barcelona podamos tomar un café y charlar más holgadamente.
                Gracias a ti Daniel, eso espero. ¡Hasta pronto!



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