Musicalidad

By Unknown - de juny 15, 2015



Aunque cada vez aparecen más espacios íntimos y pequeños donde escuchar buena música de cámara, la ciudad sigue resintiendo el peso del poder centralizado del Liceu, L’Auditori y el Palau, donde continúan interpretándose incansablemente los mismos programas, repetidos con mayor o menor fortuna, y con mejores o peores intérpretes. Así cada temporada. Pero en realidad hay que agradecer que existan estos espacios periféricos y desatendidos donde suelen aflorar los músicos jóvenes, que ofrecen propuestas muchas veces de gran interés.  Fue así esta última velada en que nos deleitó -con gran delicadeza y madurez- el joven cuarteto In Artis, con un programa bien sólido  que consistió en los tres primeros cuartetos Op. 18 de Beethoven. Los jóvenes artistas procedentes de diversas latitudes –desde Hong Kong hasta un pequeño pueblo de Letonia-  nos sorprendieron con una interpretación  llena del brío y la musicalidad propias de un primer Beethoven. El grupo que forman Amaia Browining, violín primero, Paul Keethon, violín segundo, Akame Zhào,  viola, y Andrejs Ivanenko, chelo, tocaron no solamente con elocuencia e intensidad, sino  con una remarcable madurez, casi apantallante en el primer cuarteto, y una delicadeza bien elegante en los fraseos, incluso en los pasajes más juguetones, como en el Scherzo del segundo cuarteto, en el que Amaia mostró una gran capacidad de liderazgo y de creatividad en la interacción con sus compañeros. La violinista –que se precia de haber estudiado con los mejores músicos del continente- hace gala de un ágil virtuosismo y de una intensa musicalidad; gran contraste dinámico y colorístico en los distintos movimientos, una afinación perfecta,  unos picados brillantes y una línea melódica sinuosa y perfilada, le dan a esta artista los atributos más preciados. Y ni qué decir los otros integrantes, perfecto nivel de dominio del instrumento, el violinista americano mantiene unido al grupo con un pulso incesante e inteligente,  mientras que la violista manejaba con seguridad su parte, siempre en concordancia con las acciones del grupo, haciendo un ensamblaje fluido y con perfecto sentido de la linealidad. El chelista letón es sin duda el otro pilar del grupo, un sonido pleno y sólido daba la estabilidad armónica que permitía erigir al cuarteto, y esto sin aminorar la expresividad de sus fraseos, amplios y melancólicos, con una serenidad y una afección profunda en el célebre Adagio del cuarteto en Fa. El resultado de la velada fue realmente satisfactorio, una muestra de la gran habilidad de los nuevos artistas que pueblan estos auditorios poco promocionados pero de una gran calidad. Enhorabuena. 

A la maniera de Jorge de Persia (crítico de la vanguardia). 

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