Reseña-ensayo sobre Über Johann Sebastian Bach Leben, Kunst und Kunstwerke (1808) de J.N. Forkel

By Unknown - de juny 18, 2015



                Reseñar un libro antiguo puede parecer una tarea ociosa y superflua. ¿Qué noticia puede darse de un libro ya conocido por todos, sobre el que ya se han escrito otros libros, que carga encima suyo el peso de innumerables artículos sobre él publicados? A decir verdad, poca. Esto, claro está, si de difundir novedades se trata. Por eso no me interesó plasmar en este escrito un sumario del contenido de un libro ya conocido, tarea que sería del todo insensata. He ahí la razón de haberlo titulado reseña-ensayo. La justificación de este texto es reseñar una lectura. El libro aparenta ser conocido ya por todos, pero un libro es muchos libros. No voy pues a centrarme en describir una anatomía del todo explorada, sino que me avocaré  a dotarla de un contenido que sólo aflora de una lectura. 

                Über Johann Sebastian Bach Leben, Kunst und Kunstwerke es el título de la biografía que escribió, a principios del siglo XIX, el erudito musicólogo Johann Nikolaus Forkel (1749-1818). Los contenidos de la obra habían sido planteados originalmente para constituir el último volumen de su más extensa Allgemeine Geschichte der Musik [Historia general de la música], una historiografía que iniciaba en la antigüedad y terminaba en la figura de Johann Sebastian Bach, centrándose  principalmente en la música alemana. Sin embargo la biografía terminó desligándose de su objetivo inicial a causa de las arengas de los editores Hoffmeister & Kühnel, que le habían propuesto al autor presentar la como un suplemento a su proyecto de edición de la obra completa para tecla de Bach. Tentado por el afán divulgativo de los editores, como él mismo confiesa en el prefacio “Ésta es también la razón que me determina a publicar anticipadamente las páginas que siguen, con lo cual podré dirigirme, como  es natural, a un mayor número de compatriotas” Forkel apuró el nacimiento de su obra a 1808. 

                Podría comprenderse la estructura general de la obra como tripartita: la primer parte trata de la familia y los datos biográficos “duros”, consta de los dos primeros capítulos; la segunda es una sección de desarrollo, organizada para tratar punto por punto diversas manifestaciones de la grandeza de Bach, comprende desde el tercero hasta el octavo capítulo;  la tercera trata más propiamente las composiciones de Bach, se conforma por los capítulos noveno y décimo. El último capítulo es una especie de síntesis en el que se retoman los rasgos principales de la genialidad del compositor.

                Posiblemente las ideas sobres las cuales el musicólogo construye su narración biográfica se ven más claramente en la segunda sección, que comprende el cuerpo más considerable de la obra. De los seis capítulos que conforman esta sección, dos están dedicados a Bach como intérprete de instrumentos de tecla, dos a su figura como compositor, uno a su ocupación como profesor y el último a su consideración como “como hombre”. 1) en los primeros dos capítulos (tercero y cuarto) hace un elogio a sus cualidades de improvisador, ágil lector a primera vista, sagaz analizador y claro, libre y fluido dominador de la técnica. En el capítulo dedicado al clave hace un largo comentario sobre la técnica de ejecución del instrumento. 2) los siguientes cuatro capítulos, subdivididos a su vez en dos pares, tratan respectivamente (los capítulos quinto y sexto) del método de aprendizaje de que se sirvió Johann Sebastian en sus primeros años y de sus cualidades únicas como compositor, haciendo un continuo elogio al contrapunto y a la modulación; el segundo par (séptimo  y octavo), trata de los beneficios de los métodos de enseñanza que utilizaba Bach con sus discípulos, que les permitían cierto grado de libertad y cierto orden y progreso gradual. Finalmente hace un repaso de las virtudes morales que tenía el compositor, venerables entre los artistas por lo general inmorales. 

                La obra de Forkel carece, a pesar de su gran valor histórico, del criterio de objetividad y del rigor documental que se exigen actualmente a trabajos de esta índole. Es una biografía sostenida sobre unas premisas políticas y filosóficas que ejercen una fuerza de agencia determinante en la esencia del contenido. Es decir, Forkel veía en la figura, el arte, y las obras de Bach (tal como expresa el título) una condensación de algunos valores ideales que justifican la primacía de este por sobre otros compositores. Estos valores, extraídos del texto por el lector y no mostrados explícitamente por el autor,  son la calidad de 1) Genio, 2) Clásico y 3) Alemán, que tienen como concepto unificador un ideal gemelo a la kalokagathía griega. 

                Muchos de los enunciados que hace Forkel en su exposición del carácter y la obra de Bach concuerdan con las ideas sobre el genio que aparecen en la Crítica del Juicio (1790) de Immanuel Kant. En esta obra el filósofo prusiano define entre las principales características del genio: la naturalidad, en el sentido de que es algo dado de antemano por la naturaleza y no conseguible por el esfuerzo humano, la originalidad queriendo decir que siendo imposible dar regla humana sobre él, su creación ha de nacer directamente del artista  y la ejemplaridad, que se refiere a que el genio sirve luego como precedente para los artistas siguientes, que no han de imitarlo simplemente, sino que deben comprenderlo y seguir su ejemplo.  El genio además expande los límites del lenguaje artístico, dado que no encuentra nunca en lo heredado el medio suficiente para expresarse. 

                La idea de ejemplaridad en el genio está íntimamente relacionada con el concepto de «Clásico». Forkel relaciona constantemente a Bach con los clásicos de la literatura grecolatina, hablando de su excelencia, de su perennidad,  y dejando da además una evidencia importante para la relación que tiene la figura de este compositor con el ideal griego de la kalokagathía.  En la vertiente pedagógica es importante notar el papel que tiene el clásico como provocador del discernimiento, como dador de criterio.

                En cuanto a la alemanidad Tenemos ejemplos de la utilización del concepto en  diversas formas, en total cerca de una docena de veces sólo en el Prefacio, y  sin contar las alusiones implícitas que hace al referirse a la publicación de las obras de Bach. Para referirse a él  utiliza palabras tales como «nación»/«Nation», «pueblo»/«Volk» o «patria»/«Vaterland», o bien refiriéndose indirectamente a ciertos conceptos que califica luego de «alemanes»/«deutsche», a lo largo de distintas secciones. Es muy interesante relacionar esta necesidad de tener una señera cultural para la Alemania de principios del XIX con el contexto político y cultural del momento. Luego de la Guerra de los Siete Años comenzó un proceso de unificación de la identidad alemana. Una identidad que se basó grandemente en pilares culturales. Es en esta época que aflorarían las ideas sobre el volkgeist [espíritu del pueblo] de Herder o sobre la unidad de la cultura en el lenguaje de Wilhelm von Humboldt, así como inigualable aportación a la universidad alemana.

                De esta forma Forkel ve que  el pueblo alemán tiene el deber y la necesidad de encontrar una figura que constituya en la música un símbolo para la identidad nacional. Es un símbolo tanto por su persona como por su obra, en los cuales se destilan los valores generales de la nación. 

                En este punto entra el juego el concepto unificador de la kalokagathía griega. 

                  “Lo bello y lo bueno no son más que dos aspectos gemelos de una y misma realidad, que el lenguaje corriente de los griegos funde en unidad al designar la suprema areté del hombre como ‘ser bello y bueno’ (καλοκαγαθία). En este ‘bello’ o ‘bueno’ de la  kalokagathía  captada en su esencia pura tenemos el principio supremo de toda voluntad y de toda conducta humanas, el último móvil que actúa movido  por una necesidad interior y que es al mismo tiempo el móvil de cuanto sucede en la naturaleza.” (Jeager: 1962, 585)

                Lo primero que quiero poner en relieve con la utilización de este concepto es su transversalidad natural. Esta idea se basa precisamente en esa superposición de las tablas axiológicas de dos campos conceptuales distintos, la «belleza» y la «bondad». Es precisamente esta superposición la que veo de esencial relevancia en Forkel y por la cual considero al concepto griego como particularmente revelador a la hora de analizar la concepción de Forkel, que va naturalmente más allá de la simple construcción de  la imagen de Johann Sebastian como  genio  en el estricto sentido kantiano. 

                Para el biógrafo, tanto la persona como la obra de Bach son un testimonio de su condición de kaloskagathos. Entiendo persona en el doble sentido de ser revelado en acciones,  es decir, un ser cuya moralidad consta a través de los actos  que realiza en vida, y  ser conformado por ideales,  en el sentido tan frecuentemente mencionado por Forkel de “hacerse un ideal y trabajar para alcanzarlo”, es decir, un ser comprensible a partir de sus  anhelos, aspiraciones  y  ambiciones.  

                Así, de la forma en que el kaloskagathos platónico representa el modelo de hombre virtuoso en la polis griega, y Bach representa los valores alemanes como artista y hombre modélico.

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