Anecdotari: El precepto de Mozart…

By Sergio L. Nava - d’octubre 28, 2014


Hasta nuestros días, la historia de la música nos ha ofrecido una ingente cantidad de compositores y sus hazañas, tanto musicales como vitales. Por ello, hoy sabemos que muchos de estos grandes músicos se conocieron y llegaron a entablar sólidas amistades o incluso enemistades, compartiendo así más de una aventura o incidente a lo largo de sus vidas. Pero afortunadamente, nos han llegado muchísimos casos de amistad entre grandes músicos que coincidieron en un mismo periodo histórico y geográfico. Y gracias a ello, ahora podemos disfrutar de ricas amalgamas biográficas que nos muestran el mutuo juicio que sentían entre ellos, a veces elogiándose y otras criticándose. Sin embargo, ya sea por límites geográficos o temporales, hay una gran cantidad de compositores que nunca llegaron a conocerse y, muy a nuestro pesar, ya nunca lo harán. Tal es el caso de J. S. Bach, cuya muerte dista del nacimiento de W. A. Mozart en apenas 6 años. No obstante, a pesar del obstáculo que pudo suponer esa insalvable muralla temporal, quizás, eso no fue suficiente para evitar una inusitada y fraternal conjunción entre los dos músicos.

Tras su muerte, Bach fue sucedido por el compositor Gottlob Harrer en el cargo de Kantor de la Iglesia de Santo Tomás de Leipzig. Al fallecer Harrer cinco años más tarde, el ayuntamiento concedió la plaza a un antiguo y querido alumno de Bach, Johann Friedrich Doles, quien, desde ese momento, restableció la música de Bach en el repertorio tradicional de Leipzig y desempeñó su cargo hasta 1789. Justo en ese mismo año, en Viena, el conde Karl Lichnowsky invitó a Mozart a viajar en su carruaje por el norte de Europa, oportunidad que el compositor no dejó escapar para intentar paliar, de alguna forma, el desprestigio y la precariedad económica que sufría en ese momento a causa de su rebelión, quizás motivada por el clima revolucionario que se palpaba en esos momentos previos a la gran revolución, ante el sistema aristocrático-cortesano que prevalecía en Viena.

De esta forma, es como el 20 de abril de 1789, Mozart llegó, por primera vez en su vida, a Leipzig. Y una vez allí, fue directamente a visitar la catedral de la ciudad donde conoció a Doles. Éste, entusiasmado, propuso a Mozart la oportunidad de ofrecer un recital en el órgano de la Iglesia de Santo Tomás dos días después. Y así es como Doles, no sólo pudo disfrutar de la sorprendente interpretación que Mozart realizó, a primera vista, de varias de las obras de su maestro, sino que además confabuló con el coro de la iglesia para dar una sorpresa a su admirable invitado. Entre los asistentes del recital se encontraba Johann Friedrich Rochlitz, un joven alumno de Doles que en el siglo XIX llegaría a ser un prestigiosos musicólogo. Con sus palabras, la escena prosiguió de la siguiente forma:

            <<El coro sorprendió a Mozart con la interpretación del motete para doble coro Singet dem Herrm ein neues Lied de Sebastian Bach. Mozart apenas conocía a este maestro por comentarios y no tanto por sus obras, que rara vez se escuchaban ya; concretamente los motetes, los cuales nunca fueron impresos, le eran del todo desconocidos. Apenas había cantado el coro los primeros compases, Mozart se incorporó sobresaltado. Y tras unos compases más exclamó: ¿Qué es esto?. Y pareciera tener toda su alma en los oídos. Cuando los cantantes terminaron, Mozart gritó lleno de júbilo ¡Esto es algo de lo que hay que aprender!>>              

Cómo es habitual en él, y a pesar de la breve y limitada escucha que, de la obra de Bach, acababa de experimentar, Mozart hace de esa brevedad y limitación una virtud y nos obsequia con el mejor de los cumplidos que pudiese haber dedicado al viejo maestro. ¿Cabría decir algo más cabal, sutil e intenso al mismo tiempo sobre el legado musical de Bach? De nuevo, el culpable de que nos hagamos esta entrañable pregunta vuelve a ser, como no, el ingenio mozartiano. ¡Desde luego que sí Wolfgang, todavía te hacemos caso!





ELIAS, Norbert. (1998) Mozart: sociología de un genio. Barcelona: Ediciones Península.

WOLFF, Christoph. (2000) Johann Sebastian BACH, EL MÚSICO SABIO: (II) LA MADUREZ DEL GENIO. Barcelona: Ma Non Troppo. ISBN: 84-95601-87-7.  (P.246)

•BALCELLS, Pere-Albert. (2006) Paisatges de Mozart – Any 1789 (33 anys)- [Podcast]. Barcelona: Edu3.cat, 2006, [Consulta: octubre 2014]. Disponible en: <http://goo.gl/3kDy38>

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