Presentació: Sergio L. Nava

By Sergio L. Nava - d’octubre 13, 2014



           Aunque no provenga de una familia muy “musical”, desde mis primeros años por este mundo siempre he padecido –afortunadamente– una inmensa curiosidad y atracción por la música. Por ello, y con gran determinación, decidí aprovechar  la oportunidad de estudiar piano y guitarra desde temprana edad. Así, primero con profesores particulares, después en la escuela de música municipal y finalmente en el conservatorio, acabé volcándome definitivamente en el piano como mi instrumento principal. Pero, esa gran inquietud que me acechaba no quedaba únicamente saturada por la música, así que sin abandonar mi obstinación por continuar con mi formación musical, le di rienda suelta y al llegar a la universidad inicié los estudios de Biología donde descubrí la precisión que la perspectiva científica tiene de la vida. Aun así, la curiosidad no aflojaba y más tarde di un giro de 180º para estudiar Educación Social adentrándome en el infinito mundo de la ambigüedad de las ciencias sociales. De esta forma, definí mi perfil profesional de educador sin desoír mi claro convencimiento de que la música es poderosa –por no decir imprescindible– para desarrollar y enriquecer al ser humano.

Por esta razón, decidí impulsar mi carrera musical con el objetivo de conciliar mis estudios de biología y educación para hallar la manera de unificarlos “musicalmente”. Y así, es como he acabado estudiando Musicología en la EsSMuC, donde recibo unos estímulos de “lo musical” que, por fin, parece ser que satisfacen esa inquietud que me ha perseguido siempre. Cada día estoy más convencido de que la Musicología me va a aportar el fundamento que necesito para llevar a cabo mi proyecto, y sobre todo, creo que el descubrimiento de la vertiente etnomusicológica ha reforzado en mi la concepción de que no es una mera casualidad que la música se encuentre, de alguna manera, en todas las culturas. ¿Por qué será? ¿Es realmente un fenómeno transcultural? ¿Y por qué no también animal?

En cualquier caso... ¡Viva la musicalidad del ser humano!

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